Brigit era una bruja que había pertenecido al Aquelarre Oscuro. Durante siglos, los aquelarres oscuro y el blanco se habían enfrentado en una guerra sin cuartel hasta casi aniquilar al blanco, y en el proceso, el oscuro había recurrido a pactos con demonios para obtener poder corrompiendo su esencia en el proceso. Todas esas actuaciones llamaron la atención de los cazadores de brujos, unos hombres inmortales que habían sido agraviados por la reina oscura y dedicaban su existencia al exterminio de la brujería. Brigit se había pasado tanto tiempo temiendo a los cazadores que, al igual que todos los de su secta, los eruditos, había ignorado la corrupción que se extendía por su Aquelarre, hasta que se enfrentaron a la realidad cuando tuvieron que salvar a un bebé que querían sacrificar a algo incluso más perturbador que un demonio. Las ancianas, las elegidas de la Diosa Oscura, uno de los tres aspecto de la Triple Diosa, y a la que servían en su aquelarre, se oponián a la reina debido a su corrupción y ordenaron a los eruditos que abandonaran el Aquelarre Oscuro. Se vieron obligados a colaborar con los cazadores, y finalmente, cuando decidieron abandonar a los suyos, fueron acogidos por estos, fusionándose con su organización. En estos instantes Brigit se sentía en un caos, confusa, con miedo, pero al mismo tiempo contenta. Era un nuevo comienzo, y no se engañaba a sí misma, en el fondo todos sabían lo que se cocía dentro del aquelarre, y se sentía aliviada de no tener que justificar o ignorar por más tiempo actuaciones como los sacrificios, y la invocación de demonios con los que pactaban, casi podría jurar que su conciencia estaba mucho más liviana ahora. No obstante, para evitar las consecuencias de las actuaciones de uno de los diáconos de su aquelarre, nombre con el que describían a los cargos en una ciudad, tuvo que invocar a Caronte, el barquero, y pedirle que le llevara hasta un lugar en el inframundo. Él tan solo le pidió a cambio que le acompañara en las noches de Luna nueva en su trayecto. Brigit entendía esa petición, debía sentirse muy solo en esa barca y debía desear compañía. Para ella era una situación única para conocer el inframundo, y poder explorar lugares inimaginables. Se sentía satisfecha con el acuerdo.
